viernes, 26 de marzo de 2010

Estaban sentados frente a mí.
Uno al lado del otro.
Son hombres, uno supondría que nunca admitirían lo que sienten por el otro, lamentablemente vivimos en una sociedad que nos hace creer que si uno demuestra los puros sentimientos que siente por su amigo lo tomarían por homosexual, siendo así, un ser humano quizá mal visto y por ende discriminado.
Nada de palabras verdaderas, ni de abrazos amistosos, ni de besos en el cachete, todo esto está infinitamente prohibido por la convención social en la que vivimos. (Pero en fin, me estoy yendo de tema.)
El caso es que los veía, en su ya no tan corta edad, y me los imaginaba dentro de unos quizá veinte años, ya estarían rondando los cuarenta, el punto culmine de un hombre, vendría su crisis, pasarían por papeles de "pende viejos", se comprarían alguna campera de cuero en una feria o incluso volverían a usar la de su juventud, si es que ésta les entra.
Sus primeras canas, su barba despareja, sus manos gastadas de trabajador, aquellas ojeras y patas de gallo al costado de los ojos y así sigue la lista.
Me imaginaba como aquellos dos amigos atravesarían todo juntos.
Me los imaginaba diciéndose " voy a ser papá" o "me despidieron del trabajo" o "veníte a mi asado el domingo".
Me imaginaba como aquella relación crecería y como eventualmente ellos mirarían atrás y verían por todo lo que vivieron juntos.
Y mientras me los imaginaba, una tristísima ola llena de negatividad inundó mi cabeza y pensé : "y si no siguen juntos..."

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