lunes, 15 de marzo de 2010

No hay situación que me desespere mas que la de verte reclinado sobre algún lugar tocandote el pecho y con la mirada perdida.
Todo pequeñito, tan asustado, tan... que no te salen ni las lagrimas,
queriendo gritar para escapar de toda esa desesperación y de ese miedo de que aquel sea tu último suspiro.
Pidiendo ayuda, pero sin saber cómo.
Solo me basta con escuchar tu respiración agitada para ir corriendo y verte con esa mirada de cristal que tengo grabada en mi memoria y que ahí va a quedar, por siempre.
Abrazarte fuerte, como si fuese nuestro último abrazo y soltarte, con un miedo e impotencia jamás sentido antes, para ir en busca de ese asqueroso y a la vez milagroso aparato que te salva, y te brinda mas ayuda que la que yo pueda darte.
Y esa bronca increíble que se me genera, esa bronca de resignación.
Dios, siento asco.

Sin embargo te tranquilizo, te abrazo y te digo que todo va a pasar.
Y no te miento mi amor, yo se que así va a ser.

No hay comentarios:

Publicar un comentario