sábado, 30 de enero de 2010

Una nena, con su delicada mano sostiene una tanza, una larga e infinita tanza, ésta ata a la luna, ciegamente a espaldas de todos.
La luna, se balancea, siguiendo los movimientos que la nena le indica, le guía, le mueve, le observa.
Sin embargo, todos ven la belleza de la luna, de la nena nadie se acuerda.

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