Cuando llegué, después de saludar a todos, abracé a una amiga y le dije al oido "tengo miedo".
Agarró mi mano muy fuertemente y empezamos a caminar.
Sin dudas fué el camino de piedras mas largo de mi vida. Se podría decir que ibamos en medio de la gente, ni muy adelante, ni muy atrás, era una buena medida, aunque no me gusten los medios.
Había pasado ya muchas veces por el lugar, pero nunca había entrado.
Y entrar esta primera vez, por estas causas, no fue de lo mejor.
Al caminar, sin saber el camino, mis piernas iban solas, a paso ligero, un tanto inseguras y temblorosas. De mi mano estaba agarrada la mano de mi amiga.
De pronto todos pararon su paso... los de atrás se acercaron mas.
Y entre algunas espaldas de los de delante se vió esa lapida, ese apellido.
Creo que ahí entendí. O mejor dicho, ahí dejé de entenderlo todo.
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